Trabajo en equipo
La tendencia, quiérase o no, es hacia el trabajo en equipo. Muchas decisiones trascendentales en diversos órdenes (empresarial, político, judicial, etc.) se adoptan por órganos colegiados; con lo cual, el profesional del siglo XXI debe incluir en su acervo técnicas de deliberación, a fines de ser capaz de discutir eficazmente, preparado para exponer sus ideas y, a su vez, para recibir críticas en el ámbito meramente deliberativo: quien tiene el “complejo” de contar siempre con la verdad absoluta e irrefragable de las cosas, no está en condiciones de formar parte de la matrícula de un organismo colegiado.
Las máximas de experiencia aleccionan en el sentido de que lograr consensos es una tarea dificilísima. Definitivamente, no es fácil ponerse de acuerdo sobre un punto en concreto, máxime cuando se trata de cuestiones que entrañan ciertos niveles de complejidad; y más todavía, cuando la deliberación se desarrolla en una entidad integrada por muchos miembros. La paciencia es clave para salir exitosos de una jornada de discusión. La usanza es que unos vean lo que otros no han advertido: cuatro ojos ven más que dos; seis más que cuatro, etc.
En el ámbito del trabajo en equipo, la Madre Teresa de Calcuta dijo lo siguiente: “Yo hago lo que tú no puedes, y tú haces lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas”. En efecto, la sabiduría popular ha tenido el tino de sostener que la unión hace la fuerza. No cabe dudas de que trabajar en equipo divide el trabajo y multiplica los resultados.
La frase “divide and conquer”, esto es, “divide y vencerás”, cuenta con mayor aplicabilidad en el ámbito del trabajo en equipo. Se trata de -en suma- resolver un problema difícil dividiéndolo en partes más simples, tantas veces como sea necesario, hasta que la resolución de cada parte se torne obvia. Si cada parte se asigna a diferentes miembros de la entidad, se agiliza más y la fatiga será menor: cuestión de buena gerencia.
La pluralidad de criterios sobre una misma cuestión no debe asustarnos. Las fortalezas están en nuestras diferencias, no en nuestras similitudes. Si todos pensáramos igual sobre una misma cosa, además de ser muy aburrida la dinámica de discusión, seguramente las conclusiones serían menos completas, con menor profundidad: cada cabeza es un mundo -dice el pueblo- por qué no aprovechar lo mejor de cada una de ellas?
El quid para el éxito de las personas que trabajen en un órgano colegiado es entender que ninguna de ellas es tan buena como todas juntas. Henry Ford, fundador de la compañía Ford Motor Company y padre de las cadenas de producción modernas, utilizadas para la producción en masa, sostuvo que llegar juntos es el principio. Mantenerse juntos, es el progreso. Trabajar juntos es el éxito. Ciertamente, son más los problemas que pueden resolverse en equipo que aquellos que podamos corregir por nosotros mismos.
El empresario estadounidense, fundador de las tiendas J.C. Penney, en el año 1902, externó en su momento una frase que, desde nuestro punto de vista, retrata fielmente la bondad del trabajo en equipo. Dijo: “los cinco dedos separados son cinco unidades independientes. Ciérralos y el puño multiplica la fuerza. Esta es la organización”.
Por todo lo anterior, dado que trabajar en equipo es fundamental en estos tiempos, es forzoso convenir en que las diversas disciplinas profesionales deberían incluir en sus respectivos catálogos de asignaturas en las universidades, una materia sobre técnicas de discusión, en el marco de la deliberación de órganos colegiados. Insistimos, discutir no es fácil. Las personas no suelen asumir en buenos términos críticas frontales, las cuales -ha de reconocerse- son consustanciales a todo proceso de discusión. Pero si existe un entrenamiento previo, desde las aulas, acerca de cómo discutir en un tono respetuoso, probablemente las cosas fluyan de manera más factible.