Resumen
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En estas breves líneas se examina un importante pilar del régimen casacional dominicano: la indivisibilidad del recurso de casación, prevista en el artículo 24 de la Ley núm. 2-23, explicando cómo esta regla garantiza la unidad de la decisión judicial, la autoridad de la cosa juzgada y el derecho de defensa de todas las partes vinculadas por un mismo objeto litigioso. Para ello, se analizan las dos vertientes del precepto de indivisibilidad —el efecto extensivo del recurso interpuesto por una parte y la sanción de inadmisibilidad cuando no se emplaza a todas las involucradas—, ilustradas con ejemplos prácticos y precedentes jurisprudenciales relevantes de la Suprema Corte de Justicia; presentando la indivisibilidad no como un formalismo procesal, sino como una garantía estructural del debido proceso y de la coherencia judicial.
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Palabras clave
Casación, indivisibilidad, solidaridad procesal, recurso, inadmisibilidad, derecho de defensa, cosa juzgada, unidad de la decisión, emplazamiento, Suprema Corte de Justicia, litigio, co-litigantes, objeto litigioso, jurisprudencia, doctrina, seguridad jurídica
Contenido
I.- Aproximación a la temática de la indivisibilidad casacional, II. Concepto procesal de indivisibilidad, III. Primera vertiente del artículo 24: el recurso interpuesto por una de las partes con derecho a recurrir que aprovecha a las otras, IV. Segunda vertiente del artículo 24: la situación inversa, el recurrente omite emplazar a algunas partes adversas, V.- Mirada jurisprudencial, VI. Conclusión.
I.- Aproximación a la temática de la indivisibilidad casacional
El artículo 24 de la Ley núm. 2-23, de Recurso de Casación, bajo influjos de criterios jurisprudenciales y reflexiones doctrinales, introduce una regla esencial para garantizar la coherencia de las decisiones judiciales y la protección del derecho de defensa: la indivisibilidad del recurso de casación.
El referido artículo 24 establece una doble vertiente. La primera,cuando existe indivisibilidad y una de las partes con derecho a recurrir interpone el recurso de casación correctamente, esa acción aprovecha a las demás partes ligadas al mismo objeto, aunque éstas no se unan al recurso. La segunda (situación inversa), si el recurrente emplaza solo a algunas de las partes adversas y omite emplazar a otras vinculadas al mismo objeto indivisible, el recurso deviene inadmisible respecto de todas las partes.
Ambas situaciones se enmarcan en la lógica de preservar la unidad de la decisión judicial, el principio de cosa juzgada y el derecho de defensa de todas las partes involucradas en una litis indivisible. En efecto, la unidad de la decisión judicial se preserva en tanto cuanto se evita que, frente a un mismo objeto litigioso, puedan coexistir fallos contradictorios o parciales respecto de sujetos que comparten una misma situación jurídica. La indivisibilidad impide que el recurso de casación produzca efectos fragmentados que alteren la armonía del fallo, garantizando así que la controversia se resuelva definitivamente mediante una sola decisión que abarque a todas las partes ligadas por el vínculo común.
Por su parte, el principio de cosa juzgada se salvaguarda al impedir que la sentencia impugnada sea modificada o anulada en beneficio de personas que no fueron llamadas a defenderse en la instancia casacional. La exigencia de emplazar a todas las partes involucradas en un litigio indivisible evita que la autoridad de la cosa juzgada se quiebre en favor de unas y en perjuicio de otras, preservando la estabilidad del orden jurídico y la eficacia de las decisiones judiciales.
Finalmente, el derecho de defensa de todas las partes involucradas en una litis con objeto indivisible se garantiza en la medida en que cada una de ellas es puesta en condiciones de ejercer sus medios de contradicción y argumentación frente al recurso. De este modo, la indivisibilidad, más que una noción formal, constituye una manifestación del debido proceso, al asegurar que ninguna parte vinculada al litigio quede privada de su oportunidad real de intervenir ante la Suprema Corte de Justicia cuando la sentencia que las afecta conjuntamente es objeto de casación.
II. Concepto procesal de indivisibilidad
En el contexto de la casación, la indivisibilidad surge cuando el objeto litigioso es común e inseparable para todas las partes que intervinieron en el proceso. Esto ocurre cuando la decisión que se dicte no puede escindirse válidamente sin afectar el interés jurídico de los demás co-litigantes. Tal sería el caso de dos copropietarios que demandan conjuntamente la nulidad de una venta de un inmueble común. Si la sentencia de apelación rechaza la demanda y uno de ellos interpone recurso de casación, el litigio es indivisible, porque la nulidad o validez del contrato afecta a ambos por igual. No podría casarse la sentencia solo respecto de uno sin alterar los derechos del otro.
De suerte y manera que la indivisibilidad implica que la suerte procesal de una parte arrastra la de las otras, ya sea en beneficio o en perjuicio, dentro de un único objeto litigioso. Otro ejemplo sería el de varios herederos que, en su calidad de copartícipes de una sucesión, accionan o son accionados en relación con un mismo bien hereditario. Si la sentencia de apelación dispone, por ejemplo, la partición o adjudicación de un inmueble perteneciente al acervo sucesoral y solo uno de los coherederos interpone recurso de casación, el objeto litigioso —la indivisible masa hereditaria o la validez de la partición— afecta a todos en conjunto.
En tal hipótesis, la suerte del recurso interpuesto por uno se extiende a los demás, puesto que la decisión de la Suprema Corte de Justicia no podría recaer únicamente sobre la porción de un coheredero sin comprometer la estructura jurídica de toda la herencia.
Por otro lado, también ilustra sobre la indivisibilidad el caso de una condena solidaria en materia de responsabilidad civil, en la que dos o más demandados son declarados responsables de un mismo daño. La obligación solidaria implica una unidad del objeto —la reparación del perjuicio—, por lo que, si uno solo de los condenados interpone recurso de casación, la decisión de fondo afecta necesariamente a todos los coobligados. Del mismo modo, si el recurrente omite emplazar a alguno de los demás codeudores solidarios, el recurso deviene inadmisible para todos, en atención a la indivisibilidad de la obligación y a la imposibilidad de dictar sentencias contradictorias sobre un mismo daño y un mismo crédito.
Sobre la solidaridad, en el marco del concepto de indivisibilidad, la doctrina vernácula ha sostenido que cuando hay pluralidad de partes que han sucumbido, todas unidas por un vínculo de indivisibilidad -igual si el vínculo en vez de indivisibilidad fuese de solidaridad, mutatis mutandis– la casación interpuesta por cualquiera dentro del plazo de ley aprovecha a todas las demás. Estas últimas podrían incorporarse al recurso aun cuando para ellas dicho plazo hubiera expirado[1].
Lo cierto es que la distinción entre solidaridad e indivisibilidades una de las más finas dentro del derecho de las obligaciones y de su proyección procesal. En efecto, la solidaridad no produce necesariamente indivisibilidad, aunque en ciertos casos ambas figuras pueden coexistir o tener efectos procesales similares(como en materia de casación). No decimos que la solidaridad “sea” indivisibilidad, sino que puede producir efectos procesales equivalentes cuando el objeto litigioso común no admite decisiones separadas. Y es que, en el ámbito del recurso de casación, ambos institutos confluyen en un mismo principio: la unidad de la decisión judicial y la imposibilidad de separar los efectos del fallo entre partes vinculadas por una misma causa o un mismo objeto litigioso.
Por ejemplo, produce solidaridad la obligación asumida por varios deudores frente a un mismo acreedor para el cumplimiento íntegro de una prestación divisible —como el pago de una suma de dinero—, en la cual cada obligado responde por el todo, sin que la naturaleza del objeto cambie. En cambio, genera indivisibilidad aquella situación en la que el objeto del litigio es común e inseparable —como la nulidad de un contrato, la reivindicación de un inmueble indiviso o la partición de una herencia—, de modo que la decisión judicial no puede dividirse sin afectar el interés jurídico de todas las partes vinculadas.
Pero para fines del recurso de casación, ambas figuras producen efectos procesales equiparables, en la medida en que la suerte de una parte necesariamente repercute sobre las demás, impidiendo que la Suprema Corte de Justicia decida de manera fragmentada sobre un mismo objeto litigioso o sobre una obligación solidaria única. En ambos casos, la exigencia de emplazar a todas las partes involucradas responde al propósito de preservar la coherencia de la decisión judicial, la autoridad de la cosa juzgada y el derecho de defensa, tal como hemos referido previamente.
Por eso, en definitiva, ha de concluirse que la solidaridad y la indivisibilidad, aunque distintas en su esencia jurídica, convergen en el ámbito casacional bajo un mismo principio rector: la unidad de la decisión judicial, que exige tratar como inseparables a todas las partes vinculadas por un mismo interés jurídico, evitando así que el recurso prospere parcialmente o que se quiebre la coherencia del fallo mediante sentencias contradictorias.
III. Primera vertiente del artículo 24: el recurso interpuesto por una de las partes con derecho a recurrir que aprovecha a las otras
La parte capital del citado artículo 24 de la Ley núm. 2-23 establece: “En caso de indivisibilidad, el recurso de casación regularmente interpuesto por una de las partes con derecho a recurrir, aprovecha a las otras y las redime de la inadmisibilidad en que hubiesen incurrido, aun si éstas no se unen a la instancia de casación, a menos que se base en motivos exclusivamente personales del recurrente”.
Como corolario jurídico del texto anterior deriva que, cuando varias partes están unidas por una causa común e indivisible, la ley permite que, si una sola parte interpone el recurso de casación de manera regular, esa interposición beneficie a las demás que tenían igual derecho, aunque no lo ejercieron. Esto se conoce como efecto extensivo del recurso en casos de indivisibilidad.
El fundamento está en que la decisión de casación, al referirse a un objeto común, no puede beneficiar o perjudicar sólo a una parte sin afectar a las demás. Por tanto, el legislador evita la nulidad o contradicción de fallos extendiendo los efectos del recurso. Así, supongamos que A y B son copropietarios demandados conjuntamente por C en reivindicación de un inmueble. La Corte de Apelación condena a ambos. Solo A interpone recurso de casación. En este caso, el objeto de la litis (propiedad del inmueble) es indivisible; con lo cual, aunque B no recurra, el recurso interpuesto por A le aprovecha también a B, porque la suerte jurídica de uno depende del mismo objeto. Y si el recurso es declarado con lugar y se casa la sentencia, los efectos alcanzan a B, “redimiéndolo” de la inactividad procesal.
Ahora bien, como límite a la regla procesal comentada, ha de citarse que si A basa su recurso en un motivo exclusivamente personal (por ejemplo, alegar nulidad del emplazamiento solo en su contra), entonces ese motivo no puede aprovechar a B.
En una casuística en que varias partes estaban ligadas en un mismo proceso buscando un beneficio común. La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia sostuvo que la inadmisibilidad puede derivarse de la naturaleza del objeto del litigio, o cuando las partes en litis están unidas en una causa común procurando un mismo resultado. El tribunal entendió que, si la cuestión debatida es indivisible, el recurso ejercido por una parte produce efectos respecto de las demás, en virtud de esa causa común[2].
En nuestro concepto, esta decisión refuerza la primera vertiente del artículo 24: cuando existe comunidad de interés e indivisibilidad del objeto, la interposición válida por una de las partes salva de la inadmisibilidad a las otras, preservando la unidad procesal.
IV. Segunda vertiente del artículo 24: la situación inversa, el recurrente omite emplazar a algunas partes adversas
El texto del párrafo del citado artículo 24 reza de la siguiente manera: “En la situación jurídica inversa a lo establecido en la parte capital de este artículo, esto es, cuando es el recurrente que ha emplazado en casación a una o varias de las partes adversas y no lo ha hecho con respecto a otras, el recurso es inadmisible con respecto a todas…”
En esta hipótesis, la infracción no proviene de la pasividad de las partes, sino del error del propio recurrente, quien al interponer el recurso omite emplazar a todas las partes adversas que participaron en la instancia anterior. La irregularidad procesal es insubsanable, porque vulnera el derecho de defensa de las partes no emplazadas; además, quebranta la autoridad de la cosa juzgada, al intentar modificar una sentencia sin oír a todos los interesados y, además, afecta la unidad de la decisión judicial, al dejar fuera a partes vinculadas al mismo objeto indivisible.
Por ello, la ley sanciona esta situación procedimental con inadmisibilidad total del recurso. Por ejemplo, imaginemos que X interpone recurso de casación contra una sentencia que condena solidariamente a Y y Z.
Sin embargo, X sólo emplaza a Y, omitiendo a Z, aunque ambos resultaron gananciosos en apelación. En esa casuística, el objeto (la condena solidaria) es indivisible. Al no emplazar a Z, el recurso es inadmisible respecto de todas las partes (Y y Z). Por consiguiente, la Suprema Corte de Justicia no puede examinar el fondo, porque el derecho de defensa de Z fue lesionado.
V.- Mirada jurisprudencial
Sentencia SCJ, 3ra. Sala, núm. 90, del 31 de enero de 2020 (B.J. núm. 1310, p. 3550)
En este precedente, la Suprema Corte sostuvo que cuando en un proceso concurren varias partes y existe indivisibilidad en el objeto del litigio, todas deben ser emplazadas en casación.
Si el recurrente emplaza sólo a una o algunas, el recurso debe declararse inadmisible respecto de todas las partes, con el objetivo de preservar los fines esenciales de la administración de justicia y la unidad de las decisiones judiciales.
Esta jurisprudencia expresa de forma literal el principio consagrado en el párrafo del artículo 24. El fundamento es evitar que una decisión de casación rompa la coherencia del fallo anterior o beneficie a partes no oídas, lo cual vulneraría la cosa juzgada y el derecho de defensa.
Sentencia SCJ, 3ra. Sala, núm. 033-2021-SSEN-01241, del 13 de diciembre de 2021
En este caso, la parte recurrida alegó que una persona no fue puesta en causa en el recurso de casación. La Suprema Corte de Justicia analizó que, cuando una sentencia beneficia a varias partes con un vínculo de indivisibilidad, el recurso debe dirigirse contra todas ellas, bajo pena de inadmisibilidad. Sin embargo, en este expediente se determinó que la citada persona no había resultado ganadora en la sentencia impugnada, sino que había sido condenada (ordenado su desalojo). Por tanto, no debía ser emplazada como recurrida, sino que, si quería impugnar, debía interponer su propio recurso de casación. El incidente de inadmisibilidad, por tanto, fue desestimado.
Este precedente ilustra sobre la situación de que la sanción de inadmisibilidad sólo se aplica cuando la parte omitida está vinculada por la indivisibilidad del objeto y resultó gananciosa en el fallo recurrido.
Si la parte omitida fue perdidosa, la carga de recurrir le corresponde a ella misma, no al recurrente.
Sentencia SCJ, 3ra. Sala, núm. SCJ-TS-23-0849, del 31 de julio de 2023 (B.J. núm. 1352)
En este proceso, la Suprema Corte observó que la parte recurrente no notificó su recurso de casación a todas las partes que participaron en el proceso ante los jueces del fondo, pese a que estas resultaron gananciosas y estaban ligadas por un vínculo de indivisibilidad sobre el objeto litigioso. El tribunal concluyó que ello vulneraba el principio de cosa juzgada y el derecho de defensa, y declaró el recurso inadmisible por falta de emplazamiento.
Esta decisión aplica rigurosamente la regla del artículo 24, párrafo, de la hoy vigente Ley 2-23, de Recurso de Casación. Aun sin mediar oposición expresa, la Suprema Corte de Justicia actuó de oficio para proteger la regularidad procesal, declarando inadmisible el recurso por violación de los principios esenciales de defensa y cosa juzgada.
Como puede verse, la jurisprudencia dominicana se ha ocupado, incluso desde antes de la entrada en vigor de la Ley núm. 2-23, de construir y consolidar el principio de indivisibilidad del recurso de casación como una garantía esencial de coherencia y regularidad procesal. En efecto, la Suprema Corte de Justicia, a través de decisiones reiteradas, ha establecido que en los procesos donde el objeto litigioso es común e indivisible, todas las partes deben ser emplazadas en casación, pues de lo contrario el recurso deviene inadmisible respecto de todas.
Lo anterior revela que el criterio jurisprudencial no surgió como una innovación legislativa, sino como una evolución interpretativa del principio de unidad de la decisión judicial y de los derechos fundamentales de defensa y contradicción. La jurisprudencia ha sido constante en afirmar que no puede admitirse un recurso de casación parcial cuando la litis afecta inseparablemente a varias partes, ya que ello quebrantaría la autoridad de la cosa juzgada y produciría sentencias contradictorias.
Hay que decir, además, que esta línea jurisprudencial ha resultado sumamente coherente y funcional, porque armoniza la técnica procesal con los fines esenciales de la administración de justicia, al asegurar que nuestra Corte de Casación conozca y decida sobre la totalidad del conflicto jurídico en una sola decisión, sin exclusiones indebidas ni indefensiones procesales. Este desarrollo pretoriano, posteriormente positivizado en el artículo 24 de la Ley núm. 2-23, demuestra que, como dijéramos al inicio de este breve ensayo, el legislador recogió y sistematizó una doctrina jurisprudencial ya consolidada, reafirmando el papel del tribunal de casación como garante de la unidad, la coherencia y la seguridad jurídica en el sistema judicial dominicano.
VI. Conclusión
El artículo 24 de la Ley 2-23 representa un pilar de técnica procesal avanzada dentro del régimen casacional dominicano. Su correcta aplicación exige al abogado litigante un cuidadoso análisis previo de la naturaleza del objeto de litigio, en el sentido de definir si es o no indivisible. También debe observar la posición procesal de las partes: quién ganó, quién perdió y quién debe ser emplazado. También la regularidad formal del recurso: si cumple los requisitos de interposición y notificación.
Ha de tenerse presente que, en sede casacional, si existe indivisibilidad y solo una parte recurre correctamente, su recurso beneficia a las demás. Pero si el recurrente omite emplazar a alguna parte vinculada al objeto indivisible, el recurso perece para todas. La jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia ha sido constante y clara: la unidad de la decisión judicial y el derecho de defensa son principios rectores que no admiten fisuras. Por ello, el estudio de la indivisibilidad en casación no es un mero formalismo, sino una garantía estructural del debido proceso y de la seguridad jurídica.
Si esta regla de indivisibilidad casacional no existiera, pudiera darse, por ejemplo, el caso de que la Suprema Corte de Justicia casara parcialmente una sentencia respecto de una de las partes, manteniéndola firme para las demás, a pesar de que todas estuvieran unidas por un mismo objeto litigioso. Ello conduciría a una situación procesal insostenible, en la que coexistirían decisiones contradictorias sobre un mismo hecho o derecho, afectando la autoridad de la cosa juzgada y lesionando gravemente el principio de igualdad procesal entre los co-litigantes. Sin dudas, se atentaría contra la coherencia del sistema judicial y contra la finalidad misma del recurso de casación, que es garantizar la uniformidad en la interpretación del derecho y la corrección de los vicios de forma o fondo en las decisiones jurisdiccionales.
Pero con este tema bien definido por la ley y la jurisprudencia, en cambio, el sistema casacional dominicano asegura que las controversias con objeto indivisible se decidan en forma unitaria, preservando la integridad del fallo y la armonía del orden jurídico. Así, la exigencia de emplazar a todas las partes involucradas en un litigio común no es una carga formalista, sino un instrumento de garantía sustantiva, que impide que alguno resulte beneficiado o perjudicado sin haber sido oído.
Por eso, el artículo 24 de la Ley núm. 2-23 no solo introduce una regla técnica, sino que consagra un verdadero principio de justicia procesal, que impone al abogado litigante la responsabilidad de asegurar la correcta integración de las partes en el recurso y al tribunal de casación el deber de velar, incluso de oficio, por la preservación del derecho de defensa, la unidad de la decisión y la seguridad jurídica del proceso.
[1] ALARCÓN, Edynson. Los recursos del procedimiento civil, 4ta. edición, p. 535.
[2] Sentencia SCJ, 1ra. Sala, núm. 38, del 12 de marzo de 2014, B.J. núm. 1240, p. 424.